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martes, 30 de noviembre de 2010

calma mar



Me invade, desde hace unos días y después de un momento crucial, una sensación de paz y calma inexplicable. Una especie de serena y dulce tristeza. Algo enigmático y contradictorio, como todos los sentimientos humanos. ¿Será porque ahora veo claras muchas cosas que en otros momentos no supe ver bien? No lo sé. No entiendo nada ¿Porque creo que entiendo, al fin, los silencios? Los inaudibles gritos ¿Porque sé que, aunque no van conmigo, me va la vida en ello? Y porque sé que quiero dejarme la piel por callar esos gritos y sus silencios. Pero con calma, con una calma tremenda e inexplicable. Como la quietud del mar.
Sin saber por qué, se esfumó la ansiedad. Así, repentinamente, como una de esas chispas que hacen que cambie el rumbo de la vida. Sin embargo, todo está igual que antes. Pero una tranquilidad tan inexplicable, tan incomprensible… Tan dulce la tristeza.

El amor empieza



El amor empieza cuando se rompen
los dedos
y se dan vuelta las solapas del traje,
cuando ya no hace falta pero tampoco
sobra
la vejez de mirarse,
cuando la torre de los recuerdos, baja o
alta,
se agacha hasta la sangre.

El amor empieza cuando Dios termina
Y cuando el hombre cae,
mientras las cosas, demasiado eternas,
comienzan a gastarse,
y los signos, las bocas y los signos,
se muerden mutuamente en cualquier
parte.

El amor empieza
cuando la luz se agrieta como un
muerto disfrazado
sobre la soledad irremediable.

Porque el amor es simplemente eso:
la forma del comienzo
tercamente escondida
detrás de los finales.

Roberto Juarroz

domingo, 28 de noviembre de 2010

Para entendernos


“Aunque no he entendido nunca nada de este mundo (y, en cambio, no sé por qué, entiendo muy bien lo que estoy escribiendo en este prólogo), aunque no he entendido nunca por qué vivo ni tampoco por qué un día estaré muerto, aunque no he entendido nunca nada, yo he seguido adelante buscando y encontrando siempre en la literatura, y paradójicamente en el absurdo, el sentido del mundo.”
"... el poder de las palabras, aunque a veces digamos que no las queremos o que no nos sirven o que no las entendemos nada."


E. Vila-Matas en “Aunque no entendamos nada”



sábado, 27 de noviembre de 2010

¿?




NO SÉ SI ALGUIEN LO ENTENDERÁ
Tal vez cada cual entienda cosas distintas
La poesía está dentro de nosotros.
Cada cual tiene su ritmos, sus claves
su interpretación y "su alma".

Pequeñas cosas

Una sencilla comida con queridos y entrañables amigos, con risas y lágrimas. Una tarde de teatro. Tomarme un buen vino que mi sobrino ha elegido, mientras él toca unas notas al piano para mí. Que él me pida ir a ver el partido de fútbol del lunes (Barça – Real Madrid) a cualquier bar, los dos en compañía. No me gusta el fútbol, pero si mi sobrino quiere que yo vaya con él a verlo, es un pequeño lujo. Será un buen rato. Que los amigos te llamen para darte las gracias, que te digan llámame para salir, que te consuelen cuando intuyen que estás pasando tiempos complicados…
Son esas pequeñas cosas… Tan grandes. Que hacen que el tiempo de hoy sea serenamente tranquilo y radiante. El alma apaciguada.
Por debajo de todo eso, subyace ese poso de tristeza por las causas perdidas, por las pequeñas y grandes injusticias, por las cosas que ya no serán, por las personas que ya no están, por las que estando no te ven…
Hoy, desde luego, doy gracias por las pequeñas cosas que me hacen respirar un aire un poco más tranquilo. En el fondo son las que tejen la vida.

Como tú



Yo como tú
amo el amor,
la vida,
el dulce encanto de las cosas
el paisaje celeste de los días de enero.

También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.
Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan,
de todos.

Y que mis venas no terminan en mí,
sino en la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y el pan,
la poesía de todos.

Roque Dalton

jueves, 25 de noviembre de 2010

Si...





Si las cosas hablaran –
pero si hablaran, también podrían mentir.
Sobre todo las más corrientes y poco apreciadas,
para llamar finalmente la atención.

Da pánico pensar
qué me diría tu botón descosido,
y a ti, la llave de mi puerta,
esa vieja mitómana.

Wislawa Szymborska

miércoles, 24 de noviembre de 2010

A los amigos

Este noble y mágico equilibrio del tiempo de la vida que no quiero ni necesito entender. La vida te cierra una puerta y te ofrece un pasillo lleno de otras por abrir, algunas abiertas de par en par. Le pides una fruta porque estás hambriento y te ofrece un espléndido árbol con miles de frutos que serán. Le pides un paisaje y te ofrece el mapa de un país desconocido en donde podrás descubrir nuevos y milagrosos parajes.

En cada esquina puedes encontrar sorpresas que nunca imaginaste. En cada palabra miles de alas batiendo para hacerte remontar el vuelo. Yo lo sé.

Si la vida te da una bofetada, ofrece la otra mejilla, recibirás en ella mil caricias y consuelos. Maravilloso prodigio que prefiero no entender, y que es justo y placentero disfrutar y agradecer.

Gracias Amigos!!! Tantas gracias….

martes, 23 de noviembre de 2010

Quiéreme entera




Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz y sombra...
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde y rubia,
y morena...
Quiéreme día,
quiéreme noche...

¡Y madrugada en la ventana abierta!...

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda... O no me quieras!


Dulce María Loynaz



lunes, 22 de noviembre de 2010

SINO


Todos los días viene tanta gente a verme… Las noches son tranquilas y soledad.
Ellos miran. Algunos ríen. Otros cuchichean. No entiendo lo que dicen. Es como un rumor. Como el ruido que hace el viento que sopla en las montañas del fondo. A veces encienden una luz, fuerte y breve como un rayo. Me deslumbra.
¿Por qué nací para esto? ¿Qué puedo hacer? Inútil la huida.
Ignorantes! No entienden nada. Ni siquiera son capaces de aceptar que yo les veo, que tengo un mundo que ellos no comprenden. Jamás podrán verlo, por mucho que miren.
Sólo se quedan en la superficie del cuadro. Tal vez ni eso, sólo en la barrera invisible que nos separa que, necios ellos, ni siquiera perciben que existe.

Estoy cansada.

Monalisa

sábado, 20 de noviembre de 2010

Chica de la luna

La luna viste de blanco
en la mano una moneda
y en su cara gloriosa
un racimo de sonrisas
desde Bruselas me llega.

Vuela la luna sin tocar el cielo
rozando apenas el frío cristal
con tu nombre en los labios
y una flor en el ojal.

Para Bea


Esplendor

“Yo no tengo orgullo” gritaba Natalie Wood,
cuando la madre le pedía que lo tuviera ante un amor que la dejó.

Orgullo, no rima con amor.
Con amor puede rimar esplendor
(aún sin la hierba)
tal vez, calor, relámpago o locura
Libertad, alegría o pasado,
orgullo no.
Rima también necesidad,
sin límites,
dulzura, belleza, lágrima y risa.
Secreto, poesía, vida…
Y por supuesto, siempre, pasión.
Nunca olvido.

Monalisa



jueves, 18 de noviembre de 2010

Último Fragmento



¿Y conseguiste lo que
querías de esta vida?
Lo conseguí.
¿Y qué querías?
Considerarme amado, sentirme
amado en la tierra.

Raymond Carver

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Los misterios por descubrir



Habitas en el viento
Flotas por mil lugares lejanos
Dejas deslizar tu alma inquieta
Por los senderos habitados
Esos senderos precisos
Que no están aún dibujados

Adoro tu cara llena de risas
De risas puras y entregadas
De latidos contundentes
De auroras tibias y claras

Adoro tus manos tiernas y firmes
Abiertas para ofrecer al mundo
Verdades de luz limpia
Que se te escapa a raudales

Adoro tu voz nacida de profundidades
Tu voz rotunda que amansa tempestades
Me hablas tan cerca desde ultramares

Toca mi hombro tu mano que llama
No te conozco y adoro tu alma

Hay realidades en ti que no conozco
Y es eso, exactamente, lo que quiero tener

Porque conocerte no es amarte
y descifrarte será perderme en ti.

Monalisa

martes, 16 de noviembre de 2010

DAME TU LIBERTAD...



Dame tu libertad.
No quiero tu fatiga,
no, ni tus hojas secas,
tu sueño, ojos cerrados.
Ven a mí desde ti,
no desde tu cansancio
de ti. Quiero sentirla.
Tu libertad me trae,
igual que un viento universal,
un olor de maderas
remotas de tus muebles,
una bandada de visiones
que tú veías
cuando en el colmo de tu libertad
cerrabas ya los ojos.
¡Qué hermosa tú libre y en pie!
Si tú me das tu libertad me das tus años
blancos, limpios y agudos como dientes,
me das el tiempo en que tú la gozabas.
Quiero sentirla como siente el agua
del puerto, pensativa,
en las quillas inmóviles
el alta mar. La turbulencia sacra.
Sentirla,
vuelo parado,
igual que en sosegado soto
siente la rama
donde el ave se posa,
el ardor de volar, la lucha terca
contra las dimensiones en azul.
Descánsala hoy en mí: la gozaré
con un temblor de hoja en que se paran
gotas del cielo al suelo.
La quiero
para soltarla, solamente.
No tengo cárcel para ti en mi ser.
Tu libertad te guarda para mí.
La soltaré otra vez, y por el cielo,
por el mar, por el tiempo,
veré cómo se marcha hacia su sino.
Si su sino soy yo, te está esperando.

Pedro Salinas en "La voz a ti debida"

lunes, 15 de noviembre de 2010

Miedo



Miedo a ver un coche de la policía acercarse a mi puerta.
Miedo a dormirme por la noche.
Miedo a no dormirme.
Miedo al pasado resucitando.
Miedo al presente echando a volar.
Miedo al teléfono que suena en la quietud de la noche.
Miedo a las tormentas eléctricas.
¡Miedo a la limpiadora que tiene una mancha en la mejilla!
Miedo a los perros que me han dicho que no muerden.
Miedo a la ansiedad.
Miedo a tener que identificar el cuerpo de un amigo muerto.
Miedo a quedarme sin dinero.
Miedo a tener demasiado, aunque la gente no creerá esto.
Miedo a los perfiles psicológicos.
Miedo a llegar tarde y miedo a llegar antes que nadie.
Miedo a la letra de mis hijos en los sobres.
Miedo a que mueran antes que yo y me sienta culpable.
Miedo a tener que vivir con mi madre cuando ella sea vieja, y yo también.
Miedo a la confusión.
Miedo a que este día acabe con una nota infeliz.
Miedo a llegar y encontrarme con que te has ido.
Miedo a no amar y miedo a no amar lo suficiente.
Miedo de que lo que yo amo resulte letal para los que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo a vivir demasiado.
Miedo a la muerte.
             Ya he dicho eso.

Raymond Carver

domingo, 14 de noviembre de 2010

Naturalmente



Un claro en las nubes.
El macizo perfil de las montañas azules
que recortan el horizonte.
El amarillo apagado de los rastrojos.
El río muy negro.
¿Qué estoy haciendo en este lugar,
solo y cargado de culpas?
Me pregunto.
Sigo comiendo las frambuesas de la fuente.
Sin hacerme problemas. Si estuviera muerto,
me recuerdo, no podría saborearlas.
Nada es tan simple.
Sí, todo es así de simple. Naturalmente.

Raymond Carver

Tú conmigo

Me preguntan quién es ese “Tú” que da nombre a este espacio. Pues simplemente eres tú, y tú, y tú, y tú…No concibo mis días sin tanta gente, sin ese contacto inequívoco que da sentido a la vida.
No concibo objetivos que no estén en función de vosotros. De los demás conmigo. De mí con los demás.Vosotros sois el material con el que se tejen mis sueños.
No concibo el paso por el mundo sin los ojos de alguien que me mira. Los ojos nunca están vacíos. Ojos de ternura, donde se mecen todos los sueños y todas las historias.
Necesito vuestros ojos, vuestras manos, vuestras palabras, vuestras sonrisas y vuestras lágrimas: el vértigo de vuestros corazones. Y la posibilidad de vuestra isla.
Aquí me tenéis, si eso cuenta.
Razón de vivir.

Monalisa


sábado, 13 de noviembre de 2010

Descubriendo a Carver




Felicidad

Tan temprano que casi está oscuro todavía.
Me acerco a la ventana con una taza de café
y el atasco de siempre a estas horas de la mañana
en la cabeza.
Veo entonces al chico y a su amigo
calle arriba
repartiendo el periódico.
Llevan gorras y sudaderas,
uno de ellos con una bolsa al hombro.
Son tan felices
que no se dicen nada, estos chicos.
Creo que si pudieran, se cogerían
del brazo.
Es temprano por la mañana
y están haciendo esto juntos.
Se acercan, despacio.
El cielo empieza a cubrirse de luz,
aunque todavía cuelga pálida la luna sobre el agua.
Tanta belleza que, durante un instante,
la muerte o la ambición, incluso el amor,
no tienen cabida aquí.
Felicidad. Llega
de forma inesperada. Y sigue su camino, realmente.
Cualquier madrugada te lo dice.

Raymond Carver

viernes, 12 de noviembre de 2010

VEN


MAYO

                                 Déjame mirarte a los ojos.
                                 Quiero saber cómo estás.

                                   Fassbinder


Mira, ha entrado mayo,
Ha extendido su párpado azul sobre el puerto.
Ven, hace tiempo que no sé de ti,
Se te ve tembloroso, como esos gatitos que ahogamos siendo niños.
Ven, y hablaremos de las cosas de siempre,
Del valor que tiene ser amable,
De la necesidad de arreglárselas con las dudas,
De cómo llenar los huecos que tenemos dentro.
Ven, siente en tu rostro la mañana,
Cuando estamos tristes, todo nos parece oscuro;
Cuando estamos fuertes, el mundo se desmigaja.
Cada uno de nosotros guarda algo desconocido de las vidas ajenas,
Sea un secreto, un error o un gesto.
Ven y pondremos verdes a los vencedores,
Saltaremos desde el puente riéndonos de nosotros mismos.
Contemplaremos en silencio las grúas del puerto,
Porque estar juntos en silencio es
La mejor prueba de la amistad.
Vente conmigo, quiero cambiar de país,
Dejar este cuerpo mío a un lado
Y meterme contigo en una concha,
Con nuestra pequeñez, como los bígaros.
Ven, te espero,
Continuaremos la historia interrumpida hace un año,
Como si no tuvieran un círculo más
Los abedules blancos de la rivera.

Kirmen Uribe en “Mientras tanto cógeme la mano”

jueves, 11 de noviembre de 2010

(re) conocimiento

Ha muerto hoy, en Francia, el poeta Carlos Edmundo de Ory. Vaya como homenaje y conocimiento.







En un café

He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste más triste que un tintero
triste no soy o si lo soy no sé
la maldita razón porque no quiero

He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste en las calles de mi raza
He vuelto a estar más triste que un quinqué
más triste que una taza

Estoy sentado ahora en un café
y mi alma late late
de sed de no sé qué
tal vez de chocolate

No quiero esta tristeza medular
que nos da un golpe traidor en una tarde
Pide cerveza y basta de pensar
El cerebro está oscuro cuando arde.

Carlos Edmundo de Ory

martes, 9 de noviembre de 2010

Palabras en los ojos



La poesía
siembra ojos en la página,
siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan,
las palabras miran,
las miradas piensan.
Oír
los pensamientos,
ver
lo que decimos,
tocar
el cuerpo de la idea.
Los ojos
se cierran,
las palabras se abren.

Octavio Paz

lunes, 8 de noviembre de 2010

No puedo elegir

Leer un poema depende, muchas veces, del estado de ánimo. Mañana tal vez nos sugiera otras cosas. Las claves están en el alma y los ojos del que lee, más que en quien los escribió. Y desde luego, nunca es literal.
Hoy por la mañana leí éste, y ahora le veo otros matices.



NO PUEDO ELEGIR

No me des a elegir
entre el Mar y la Tierra.
Vivo feliz en la línea que las une.
En esta cinta negra que mueve el viento.
En este largo cabello de un gigante desorientado.

Del Mar me gusta sobre todo su corazón de niño grande.
A veces rabioso, a veces capaz de dibujar
paisajes imposibles.
De la Tierra sus manos.

No puedo elegir
entre el Mar y la Tierra.
Sé que mi lugar es un hilo fino,
pero en el Mar me perdería
y en la Tierra me ahogo.

No puedo elegir. Me quedo aquí.
Entre olas verdes y montañas azules.

Kirmen Uribe en “Mientras tanto cógeme la mano”



viernes, 5 de noviembre de 2010

Perdida




Mi trabajo es sólo permanecer,
esperar ¿a qué? ¿a quién?
Debería estar acostumbrada
pero a veces suceden cosas
que, como mazos pesados,
caen sobre mi ánimo y me impiden
ver la luz por ésta, mi eterna ventana.

Como un ciclo inevitable
el tiempo da vueltas en redondo.
Caigo, me levanto lentamente,
alcanzo la cima más elevada,
bailo, canto, río, entusiasmo en mi estar.
Demasiado entusiasmo.
Y, entonces, empieza el declinar de nuevo.
A veces lentamente,
otras de repente, el mazazo súbito.
Y en cada declinar me pregunto
cuántas veces volverán.

Si pudiera girarme
caminaría hacia aquel horizonte
y me perdería más allá:
Donde las sombras.

¿qué verían así ustedes?
¿vendrían a visitarme?
Miren el paisaje.
Soy yo, estoy en él.

Monalisa

lunes, 1 de noviembre de 2010

CULTURA

Para tranquilidad de Enrique:
El diccionario de la RAE, entre otras entradas, define la palabra “cultura” en los siguientes términos:
-Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
-Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.

Me alegra que lleve razón (aunque yo ya lo intuía) porque creo que el esfuerzo y la ilusión con que desarrolla su trabajo y profesión, merece reconocimiento, compensación y mucho más.
Bien refleja él en lo que escribe (ahora respaldado incluso por los académicos) que no podemos opinar libremente y con buen criterio si ignoramos un lado tan importante de la cultura.

También ternura en la Ciencia. ¿O no es un gesto de generosidad inmensa, dedicar toda una vida para investigar y trabajar por la calidad de vida de los demás (medicina, alimentos, medioambiente… )?

Y he llegado a la conclusión, gracias a Enrique, de que, efectivamente, no podré opinar de muchísimas cosas que desconozco, por esta cultura algo amputada, que he ido adquiriendo y que me gustaría ir completando. Y tantas cosas más que nos dan calidad de vida y, por tanto, justicia, equidad, libertad y más.

A ver si los incultos (entre los que, sin duda, me incluyo) vamos animándonos a aprender y entender que si “en el arte y el amor la ternura es lo que nos da fuerza” (O. Wilde), es más cierto aún que esa ternura aplicada a fines prácticos y altruistas, como es el caso de la ciencia, será mucho más efectiva y, por tanto, no se quedará en quién sabe qué esferas del sentir. Ternura práctica y aplicada. No puede haber nada más bello.

Como anécdota contaré que hace unos años, un amigo que ha trabajado durante toda su vida en la investigación médica y que se dedica a la cirugía cardiovascular, me regaló un libro, ya que me sabe apasionada de la lectura. Cuando me lo entregó, yo miré sus manos pulcras y cuidadísimas y le pregunté si había hecho algún trasplante de corazón, me dijo que muchos y que después de pocas horas iba a realizar otro más. Yo miré esas manos de amigo entrañable, hombre bueno y culto, y las imaginé ensangrentadas y con un corazón latiendo en ellas. Sentí un escalofrío y la necesidad de poner distancia entre ese sentimiento y yo. Fruto de mi incultura, evidentemente. Desde aquí mi reconocimiento para él y su labor. Al recordar sus manos ahora, en la distancia y con la perspectiva que nos brinda Enrique, veo también ese delicado afecto que conlleva la cultura. Ahora que mis ojos están más abiertos.

Gracias a todas las personas que trabajan por y para la Ciencia. Gracias, Enrique, por animarnos a aprender cosas nuevas. Eso sí que es altruismo. Y, sin duda, cultura (sin adjetivos).
Efectivamente, el adjetivo sobra. La cultura es así, como él dice, completa y redonda. Único vehículo para poder caminar por esta vida con dignidad. Y nosotros, cada uno, responsables de difundirla y proporcionarla, si podemos, para la igualdad y la libertad de todos. No le regañamos, en absoluto. Todo lo contrario, le debemos agradecimiento. Y cariño, mucho cariño ¿Por qué no?