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sábado, 3 de septiembre de 2011

El cuadro que no termina



He leído, recientemente, una de las reflexiones más acertadas y más bellas sobre el cuadro de “La Meninas”, de Velázquez. La escribe José Mª Álvarez en un libro de sus memorias, reproduciendo un antiguo artículo que él escribió a modo de meditación sobre el gran pintor.
He entresacado algunos párrafos que describen muy bien el espíritu y la grandeza de ese cuadro, y de su creador, para quien lo quiera disfrutar. Lo mejor, indudablemente, es verlo en el Museo del Prado. Es un cuadro que, sin duda alguna, no dejará indiferente a nadie.


 “He dicho muchas veces que los artistas, los grandes, no vienen de ninguna parte ni van a parte alguna. Salen solos, como la Luna; resplandecen –un brillo inconmensurable, imperecedero- y son tan inexplicables como la belleza y el esplendor del firmamento. El milagro de Velázquez, esa gran Luna solitaria, asciende sobre el erial de la pintura española del siglo XVI.”
“Velázquez es único y gigantesco por la misma razón que Shakespeare, Homero o Tolstoi: porque es capaz de actuar sobre nuestras emociones con tan alta intensidad y profundidad como la vida misma, porque su arte va más allá del Arte y es, simple y llanamente, un pedazo de Vida. Y conseguir eso no hay receta que lo explique. Misteriosamente se nace Velázquez o no.”
“Velázquez es grande e inolvidable porque no está sorprendiendo una realidad estática, sino su emoción, su animación, su vida. (…) Sabe desde el principio, con esa fuerza de lo que está en la sangre (como la alegría, como el coraje, como el amor), que hay otra pintura, y esa otra manera estará siempre en él, hasta su muerte, en una perpetua metamorfosis, como una ebullición constante de mejoras, de perfeccionamiento de su obra. Es tan fascinante, repito, como el fluir de la vida, como la fuerza de esas sensaciones con que nos arrebatan la desesperación o el amor.”
 “Cuatro siglos después de que en la calma de su estudio soñara sus telas, sigue produciéndonos las más intensas emociones, la más turbadora sensación de contemplar la pintura perfecta, la pintura de la Pintura, la Pintura con mayúscula.”


“Contemplad el rostro de Velázquez, la paleta ligeramente abandonada; esa arrogante mano derecha que detiene el pincel. Sus ojos ven el mundo como un dios a su Sueño.”
“Las Meninas es sobre todo un cuadro de la mirada: la mirada con que nos contemplan para siempre aquellos fantasmas helados en un momento de su vivir. Los personajes no son retratados: Son conscientemente dejados a la posteridad ya juzgados y ya absueltos.”


“El instante se ha detenido. Todos los personajes, sorprendidos en un momento de cotidiana felicidad, detienen su quehacer y sus miradas. Un segundo. Y así son entregados. Pero revestidos de tal encantamiento, que ese instante también nos detiene a nosotros (…) Casi hubiésemos podido quedar reflejados en el espejo: Porque el cuadro sigue en nosotros. Las Meninas es quizás el único cuadro que no termina. Es la pintura barroca por excelencia. El sueño de la vida y el sueño del Arte se funden: figuras sugeridas y que nosotros deberemos llenar con nuestra memoria. Porque estamos en el cuadro y lo estamos para siempre simplemente porque la mirada de los personajes va más allá de nosotros y nos incluye. (…) aquí no es la luz, sino el retrato de la luz; quiero decir, el tratamiento de la luz como un rostro humano, con su historia; no se imita, se añade al mundo una luz nueva. (…) Jamás tela alguna nos invitó tanto a entrar en ella, a ser con ella, como La Meninas.”

Algunos detalles del cuadro que son magníficos. Lástima que en las fotos no se pueda apreciar, por ejemplo, cómo están pintadas las manos, o cómo trabajada la luz. Porque es imposible explicarlo, hay que meterse dentro del cuadro que no termina.






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